Cuaresma: Tiempo de «gimnasia espiritual»


Cuaresma: tiempo de “gimnasia espiritual” 

para buscar sacar la mejor versión de nosotros mismos

El día de hoy, “miércoles de ceniza”, Dios nos ha concedido iniciar 40 días de preparación intensa para buscar ser mejores cristianos, es decir mejores seres humanos. Hay personas quienes, por razones estéticas, se imponen dietas, ejercicios, maquillajes, etc., para verse hermosas y está bien. Hay quienes por razones deportivas mortifican su cuerpo y se imponen fuertes disciplinas para conseguir hazañas atléticas y está bien. En mi caso, me gusta mucho el atletismo de fondo y durante muchos años me preparaba con mucha constancia para poder terminar un maratón en el mejor tiempo posible. Pues bien la Iglesia católica nos propone a todos los que seguimos a Cristo, un tiempo intensivo de 40 días –llamado cuaresma–, para buscar sacar la mejor versión de nosotros mismos, es decir para buscar ser mejores seres humanos

Las grandes religiones y los maestros espirituales de todos los tiempos, proponen ciertas actividades, físicas y espirituales, para ayudarnos a ser mejores seres humanos. No se trata de despreciar al cuerpo en beneficio del alma, sino de ponerlos en sintonía. Vivimos en una sociedad, que los teóricos llaman postmoderna, que ha exaltado mucho algunos anti-valores que no nos ayudan a ser mejores seres humanos. Por ejemplo se da gran importancia al egoísmo y al individualismo, olvidando que hemos nacido para sociabilizar con los demás. Una sociedad materialista y consumista que nos hace creer que la felicidad consiste en poseer bienes materiales, olvidando que no solo de pan vive el hombre, y que solo los valores elevados (amor, perdón, justicia, etc.) son los que nutren el alma. Es bueno, en este aspecto, darnos una vuelta de vez en cuando por algún cementerio o funeraria, para recordar que las cosas materiales son solo vanidad de vanidades. También en nuestros días se da mucha importancia el hedonismo, es decir a la búsqueda del placer por el placer, en ocasiones idolatrando vicios y una sexualidad que deshumaniza, olvidando los pequeños y sanos placeres que nos da la vida en lo ordinario; abrazar a un amigo, observar volar a un colibrí, jugar con nuestro perro, tomar una copa de vino con los amigos, observar una puesta del sol, etc.

El tiempo que ahora iniciamos y que se llama cuaresma tiene como finalidad ayudarnos a ser mejores personas, es decir mejores cristianos. Es un tiempo que nos pide privilegiar tres actividades: 1. El ayuno, 2. La oración, y 3. La misericordia, para ayudarnos a fortalecer nuestra voluntad y orientarla a lo esencial: el seguimiento de Cristo, cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas.

1. El ayuno. La iglesia pide a los mayores de 18 años y menores de 60 años, no desayunar los días viernes de cuaresma (y el miércoles de ceniza). Y quitarse el ayuno después de las 12 del día. En este aspecto recuerdo que los que podemos darnos el privilegio de elegir no desayunar una vez a la semana, somos unos privilegiados, porque la gran mayoría de las personas no lo eligen, el ayuno se les impone por cuestiones de pobreza. Recuerdo también que hace tiempo en la iglesia católica se pedía no comer carne roja los días viernes para hacer penitencia. Un “penitencia extraña” que sólo podían practicar algunos, los que comían carne todos los días y dejaban de comerla los viernes, para comer pescados y mariscos. ¿Cuál es el verdadero sentido del ayuno? Es ayudarnos a fortalecer nuestra VOLUNTAD. Es demostrarnos, a nosotros mismos, que podemos doblegar nuestros instintos, nuestra pereza, agresividad, gula, egoísmo, etc., para tener una voluntad que busque fines más nobles. 

En este aspecto les sugiero no limitarse tan sólo a no desayunar los viernes de cuaresma, sino a buscar “personalmente” algo que les ayude a fortalecer su voluntad durante estos 40 días. Para alguien dejar de tomar refresco azucarado puede implicar un esfuerzo grande; no tomar bebidas alcohólicas, no fumar, limitar su tiempo pasado en las redes sociales, etc., etc. Es importante que cada uno de nosotros pueda mandar en su propia casa (su cuerpo y emociones) y decir NO a cosas que no nos ayudan a crecer. Hay personas que han perdido la batalla en ellos mismos y no saben controlar sus emociones y apetitos. Recuerdo las palabras del apóstol San Pablo, dichas en Corinto, Grecia, tierra de filósofos y de grandes atletas:

“¿No es cierto que cuando hay una carrera en el estadio, muchos corren pero uno solo recibe el premio? Corran, pues, de manera que lo consigan. Los atletas se imponen un régimen muy estricto, por una corona de laureles que se marchita. ¡Cuánto más nosotros, por una corona que no se marchita! Así pues, yo corro, sabiendo a dónde voy. Doy golpes, no en el vacío. Castigo mi cuerpo y lo someto, no sea que habiendo predicado a los otros, venga a ser eliminado.” (I Cor. 9, 24-27).

2. La oración. Orar es hablar con Dios. No se trata de un monologo (hablar con uno mismo sin escuchar al otro), sino de un dialogo. El que ora busca poner su vida en sintonía con la voluntad de Dios. ¿Señor qué quieres que yo haga en estos momentos de mi vida? Les recomiendo para este tiempo darse tiempo para hacer una “oración silenciosa” que tenga como finalidad: sentirnos amados por Dios, experimentar paz en nosotros mismos, y buscar humildemente cumplir su voluntad en nuestras vidas. Vivimos en una sociedad de mucho ruido, gritos y violencia verbal, es necesario buscar el silencio exterior e interior. Perder un poco de nuestro tiempo realizando actividades, para ponernos como la hermana de Martha a los pies de Jesús para escuchar la voz del Maestro. Dejar un poco el activismo y privilegiar un poco más la contemplación. “Martha, Martha, ¿por qué te preocupas por tantas cosas? Hay algo más importante. María lo ha elegido y nadie se lo quitará.” (Lc. 10, 42). Creo que unos 30 minutos al día para ponernos en sintonía con la voz del Maestro, nos ayudaría mucho. 

3. La misericordia. Tanto el ayuno como la oración tienen como finalidad este último punto: la misericordia. Abrir nuestro corazón a los demás. El tiempo de cuaresma nos recuerda que no hemos nacido para nosotros mismos sino para servir a los demás. “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere permanece él solo, pero si muere produce frutos en abundancia.” (Jn. 12, 23). Como lo decía al inicio de esta reflexión, vivimos en una sociedad que ha distorsionado la palabra amor relacionándola con el placer y el egoísmo. El verdadero amor implica sacrificios y renuncias. Es cuidar a los padres ancianos; es preocuparnos por el bien de los demás, sobre todo los pobres y excluidos; es colaborar para el bien integral de la familia; es cuidar el medio ambiente; es abrir nuestro corazón a las necesidades de los demás. A este respecto el profeta Isaías hace una hermosa reflexión sobre el verdadero ayuno que Dios quiere: “¿No saben cuál es el ayuno que me agrada? Romper las cadenas injustas, desatar las amarras del yugo, dejar libres a los oprimidos y romper toda clase de yugo. Compartir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que veas desnudo, y no voltear la espalda a tu hermano.” (Isaías 58, 6-7).

Que la cuaresma que hoy iniciamos nos permita fortalecer nuestra voluntad para buscar ser las personas que Dios espera de cada uno de nosotros. 

Miércoles de ceniza, 22 de febrero de 2023.

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Una armella, un fracaso, y la gran misericordia De Dios


Una armella, un fracaso, y la gran misericordia de Dios

Voy a reflexionar un poco sobre el último acto en la vida de …. ¿Cómo te llamaré? Te llamaré Judas, como los dos amigos y discípulos de Cristo. Judas Tadeo, de quien me dijeron que eras devoto; pero también por Judas Iscariote, ya que tú también tomaste la decisión de suicidarte, colgándote con un cable de plancha amarrado a una armella.

Sabes Judas, hay suicidios que son un poco más fáciles de “entender”, si se puede utilizar esta palabra tan absurda: entender. Pero el tuyo realmente a todos nos ha parecido incomprensible. Porque las cosas más profundas que nos suceden, no tienen explicación lógica: el amor, la muerte, un suicidio… 

El día de ayer cuando tu suegra fue a verme para celebrarte tu misa de 9 días, me dijo muy brevemente que te habías suicidado. Yo le dije que llegaría un poco antes para hablar con tu esposa. Y así lo hice. Platicamos en el mismo cuarto donde te colgaste, tú nos mirabas desde tu fotografía del día de tu matrimonio, lucias muy bien con tu traje negro y tu esposa a tu lado muy joven y guapa. Tenías tan solo 34 años, un año más de la muerte de nuestro Maestro Jesucristo. Me quedé viendo la foto tratando de adivinar algo en tu semblante y tu esposa me dijo: “Usted nos casó hace menos de un año”. Yo no lo recordaba. Creo que nunca más los volví a ver en la Iglesia. Ella continúo: “Ese día llegó muy tarde”. Yo le contesté: “Discúlpame hay veces que llego tarde”. Ella me dijo: “No me refiero a Usted, sino a mi esposo. Ese día él llegó muy tarde”. Platicamos tu esposa y yo sobre tu vida con ella, tu trabajo, la relación con tus hijas, etc., y ni ella ni yo podíamos entender por qué lo hiciste. No tienes antecedentes de suicidios en tus antepasados, no habías manifestado problemas visibles de depresión (aunque en el fondo creo que sí sufrías una fuerte depresión casi imperceptible), no te drogabas sólo tenías el problema del alcohol, por eso ibas de vez en cuando a Tacuba, a jurar ante tu santo predilecto San Judas Tadeo. Tenían problemas económicos como muchas parejas los tienen, pero no era para tanto. Tal vez haya alguna ligera “pista del por qué”, en la mala relación que tenías con tu madre, por no haberte sentido amado por ella. En fin, ya no era necesario buscar la razón, lo habías hecho.

En la misa ante familiares y amigos comenté que no podemos juzgar a nadie, porque no sabemos lo que esa persona está viviendo. Que todos tenemos momentos de debilidad y pasamos por crisis, pero tal vez hay personas que aunque se ven fuertes, son muy débiles antes ciertas situaciones. Pedí a tus familiares y amigos allí presentes, que no te recordaran únicamente por ese último acto de tu vida, sino que te recordaran sobre todo por todas las cosas lindas que viviste con ellos. Al terminar la misa fuimos al cuarto donde te habías suicidado. Desde hace 9 días lo tenían cerrado con una veladora encendida. Fue allí donde sentí que el Señor, nuestro Maestro, me inspiró para tratar de decir algunas palabras de consuelo y esperanza. Pedí que sólo subieran las personas más íntimas.

Comenté que Jesucristo también murió con una depresión profunda y como un fracasado. Se escucha fuerte pero es la verdad. Las últimas horas del Maestro fueron muy crueles, experimentó la soledad, el desprecio y el fracaso. En el huerto sabiendo que faltaba poco para su muerte dijo: “Señor si es posible aparta de mi este cáliz (de dolor) pero que no se haga mi voluntad sino la tuya”. También se nos dice que su sudor se convirtió en gotas de sangre que caían hasta el suelo. Cristo murió en una cruz abandonado por todos, escupido, maltratado, sintiéndose incomprendido incluso por sus seres más amados (a excepción de María y de Juan). Su último grito en la cruz es tremendo: “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?”. Considero que podemos decir que Cristo murió con una depresión existencial muy fuerte y como un fracasado. Parecía que toda su vida no había tenido sentido. Cristo murió experimentando el fracaso humano. Y sin embargo …. La última palabra no la tiene el Mal sino el Bien, en la mañana de resurrección, no es solamente la piedra la que se hizo a un lado, sino también la oscuridad, la depresión y el fracaso. Su vida adquirió sentido y éxito. 

Amigo Judas, yo celebré tu matrimonio hace meses, la verdad no me acordaba de ti incluso viendo tu foto. Bendije a tus tres hijas y a tu esposa que lloraban y les dije que no se sintieran avergonzadas, que ese último acto tuyo no definía toda tu vida. Que te perdonaran y que fueran buenas hijas, buenas estudiantes, respetuosas y buenas con los demás. Esa era la mejor manera de honrar tu nombre y tu memoria. Después les pregunté que dónde exactamente te habías suicidado para ponerle agua bendita, y me señalaron una trabe de concreto. Pero no entendía bien. Me dijeron “está del otro lado”. Di unos pasos para ver el otro lado de la trabe y encontré una armella. Me dijeron que en esa pequeña armella te habías colgado con un cable de plancha.  

No sé por qué pero se me ocurrió de pronto que me dieran la armella. Su familia aceptó de inmediato muy contenta. Pensándolo bien era por dos razones. La primera para que ellas se liberaran de ese pequeño objeto que les recordaba tu muerte. Y la segunda para rezar con esa armella, colocarla en un Cristo y recordarme a mí mismo que todos somos frágiles, comenzando conmigo mismo, que no hay que juzgar a los demás, y orar por ti, que ahora ya descansas en la Paz que tanto buscaste aquí en la tierra. 

Loma Bonita, Nezahualcóyotl, Estado de México, a 30 de Enero de 2023.

Pónganme ese día mi ropa de gala


Pónganme ese día mi ropa de gala

Hoy celebré una misa de difunto por un Doctor muy competente que falleció a los 91 años de edad. Me llamaron de una funeraria, tenía tiempo y pude asistir. Una familia de clase alta compuesta por su esposa (aún viva), cuatro hijos y varios nietos. Antes de celebrar una misa por personas que no conozco, es decir por la mayoría, siempre hablo con los familiares para que me den información sobre el difunto.

Sus hijos me dijeron que fue un excelente esposo, padre y doctor. Un enamorado de Jesucristo que ayudaba en la parroquia de su comunidad y que ejerció su profesión de médico hasta un par de años antes de fallecer, que ayudó a muchas personas y que le gustaba mucho la ópera. Por último me dijeron un “detalle” que me llamó mucho la atención. El Dr. pidió a su familia que lo vistieran de gala el día en que él muriera porque iría al encuentro de su Señor. Hasta ese momento no había yo visto yo su rostro en la ventanita de su ataúd, y les dije que quería mirarlo antes de empezar la misa. Me asomé y estaba vestido de smoking, se veía realmente muy elegante. 

Durante la misa comenté que mi mamá, que es una ancianita de 94 años, también ya ha elegido la ropa que quiere llevar al encuentro de su Señor. Cailita ha elegido el hábito de franciscana, que ya le hemos comprado, pero espero que todavía siga guardado por un buen tiempo, aunque no puedo pelear con el Maestro con respecto a ese “tiempo”, porque los tiempos del Señor son perfectos. 

En mi homilía comenté que las personas que eligen la ropa con la que quieren presentarse ante el Señor, son personas que nos dan testimonio de una gran fe y confianza en el Señor. San Juan nos dice también un “detalle” sobre la última ropa que portó el Maestro. “Y tomaron también la túnica; la túnica era sin costura, tejida de una sola pieza. Por tanto se dijeron unos a otros: “No la rompamos; sino que echemos suertes sobre ella, para ver de quién será”: Así se cumplió lo que dice la Escritura: “Se repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.” (Juan 19, 24). Pienso que la última túnica del Maestro debió de haber sido de buena calidad y por eso los soldados la envidiaban. Juan el Bautista por su parte vestía con piel de camello amarrada con un cinturón de cuero. Pienso que cuando le cortaron la cabeza así habría estado vestido. 

¿Qué tiene que ver la última ropa que llevemos puesta cuando nos presentemos ante el Señor? Tal vez mucho o tal vez nada, parece algo insignificante, pero creo que dice mucho sobre la vida de la persona que descansa en el ataúd. La gran mayoría de las personas no piensa en ese “detalle” y lo dejan a criterio de sus familiares. “Totalmente ya muerto que me vistan como les de su gana”. Pero hay otros que piensas en ese pequeño “detalle”. 

Yo, mientras escribo estas líneas, tengo que confesar que hasta ahora no sé cómo me gustaría presentarme ante mi Maestro. Espero poder expresarlo antes de tiempo, y decirlo a mis familiares para que lo tomen en cuenta. 

Yo vengo de una pareja muy pobre. Benjamín y Cailita llegaron de provincia a la Ciudad de México con un cartón en una mano y conmigo en los brazos. Vivíamos en una vecindad y dormíamos en el suelo. Así empezamos. Bueno no estoy contando nada excepcional porque así es como han vivido y siguen viviendo muchas familias en México y en muchas partes del mundo. Después fue por mis estudios, sobre todo en Paris (más de once años y los últimos siete becado por el gobierno francés), que fui adquiriendo una cierta cultura que me ha permitido poder navegar entre dos mundos: los pobres y los ricos. Al término de la misa platiqué con uno de los hijos del Doctor sobre ópera, porque también a mí me encanta y la disfruto mucho. 

Esta manera de convivir entre dos mundos me permite comprender mejor a mi Maestro. Él también convivió con personas que tenían dinero y seguramente un buen nivel cultural. Y si no, hay que recordar que el Maestro también tenía amigos ricos como José de Arimatea, que ofreció un sepulcro nuevo cavado en la roca para depositar el cuerpo de su Maestro. Gracias a sus discípulos José de Arimatea y Nicodemo, el Maestro fue sepultado con gran dignidad. “Y Nicodemo, el que antes había ido a ver a Jesús de noche, vino también, trayendo una mezcla de mirra y áloe como de cien libras. Entonces tomaron el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en telas de lino con las especias aromáticas, como es costumbre sepultar entre los judíos.” (Jn 19, 39).

Bueno para no hacer esta historia tan larga y desviarme del tema, quiero agradecer al Doctor, que quiso presentarse con su smoking más fino ante el Maestro, y a mi madre Cailita, que quiere llegar al cielo vestida de franciscana. Gracias por su testimonio de fe y confianza en el Señor.

Vista Hermosa, Tlalnepantla, Estado de México, 13 de Diciembre de 2022

Alondra, la niña que se convirtió en ángel


El día de hoy he celebrado una misa de cuerpo presente por mi amiguita Layra Alondra, que falleció de cáncer en la cabeza a los 13 años de edad.

La conocí hace dos años, cuando sus papás fueron a mi parroquia para que le pusiera los oleos de los enfermos a Layra Alondra, porque estaba muy grave. Gracias a Dios logró salir adelante en aquella ocasión. Desde los dos años de edad le detectaron un cáncer muy grave en la cabeza y sus papás hicieron todo lo posible para atenderla. Ayer perdió la batalla su cuerpo, pero salió vencedora, ella y su familia, en el amor que siempre se manifestaron.

hoy 8 de Diciembre -fiesta de la Inmaculada Concepción- he celebrado su misa de cuerpo presente y he leído un cuento que le he escrito pensando en ella. Hoy también su papá Arturo me ha dicho que es su cumpleaños.

Fue muy difícil leer mi cuento teniendo su cuerpecito en su ataúd muy cerca de mí. Hice lo posible para que no se me quebrara tanto mi voz y para contener mis lagrimas mientras lo leía.

Comparto con ustedes mi cuento sobre una niña hermosa que, con tan solo 13 años de vida nos dio prueba de una gran valor y amor por los demás.

Alondra

La niña que se convirtió en ángel

Para Layra Alondra 

que falleció de cancer 

            a los 13 años de eda

Dios, en su infinita bondad, ha querido que las personas más buenas del mundo sigan viviendo entre nosotros –aunque nosotros no las podamos ver– y por eso las convierte en ángeles. Esta es la historia de Alondra, la niña que se convirtió en ángel.

No hace mucho tiempo nació Alondra, una pajarita muy hermosa, sus papás se pusieron muy contentos porque así su familia, formada por ellos dos y otro joven pajarito, sería más numerosa. Sin embargo Alondra nació con problemas de salud que le impedían crecer, jugar y volar. Sus alitas eran demasiado pequeñas y estaban como pegadas a su cuerpecito como para poder volar. Sus papás pensaron que esos problemas de salud pasarían con el tiempo, pero no fue así. El tiempo pasaba y Alondra veía como sus alas no crecían como las de las demás aves del paraíso, que surcaban con sus alas extendidas el firmamento. 

Sus papás se preocuparon mucho e hicieron todo lo posible para que Alondra tuviera sus alitas fuertes y pudiera volar. Consultaron la sabiduría del búho, la fortaleza del águila y la agilidad del colibrí, pero ningún consejo les fue de utilidad. Las alitas de Alondra seguían siendo muy pequeñas y siempre como pegadas a su cuerpecito. 

Un día el papá de Alondra buscó a Dios por todo el paraíso hasta que por fin lo encontró. Era un ancianito de cabellos y barba blanca que estaba sentado sobre un tronco caído, tenía sobre sus piernas a su perrita chihuahueña llamado Kiara y la acariciaba mientras observaba la puesta del sol. 

El papá de Alondra le dijo a Dios:  

  • “Mi amado Señor, disculpa que te moleste, pero mi hija Alondra está muy enferma y …”

Dios no lo dejó terminar su frase y contestó:

  • “Sí. Lo sé.”

El papá de Alondra, con un tono muy molesto le preguntó:

  • “Si lo sabes Señor por qué no has hecho nada para curarla.” “¿Qué no te duele ver a mi hija así, sin poder volar, jugar, crecer…, como las demás aves del paraíso?

El ancianito no contestó nada. Guardó un largo tiempo de silencio y cubrió su rostro con sus dos manos ya muy arrugadas, mientras trataba de contener sus lagrimas. Luego abrazó con mucho cariño al papá de Alondra mientras le decía:

  • “Tal vez no lo entiendas por ahora pero la vida no se reduce al poco tiempo que las aves surcan el firmamento. Hay otra vida más allá de las nubes a las que no se llega con las alas del cuerpo, sino con las del corazón.” 
  • “No te entiendo Señor”. Dijo el papá de Alondra mientras trataba de contener su llanto. 
  • “Mira, le dijo Dios, la vida no se mide por la cantidad de días vividos en la tierra, sino por la cantidad de latidos que el corazón palpita amando a los demás.” “Y Alondra –aunque es muy pequeñita– ha amado demasiado y ya está lista para convertirse en ángel.” 
  • “¿En ángel?” preguntó el papá de Alondra mientras secaba sus lagrimas.
  • “Sí en Ángel”. Respondió Dios con mucha seguridad. Y luego continuó: “He decidido que las aves más buenas y con el corazón más grande que las demás, se conviertan en ángeles para que sigan cuidando a sus seres queridos.” “Alondra no morirá cuando su corazón deje de latir, sino que seguirá viva y su corazón latirá aún con más fuerza cuando se haya convertido en ángel.” 

El papá de Alondra dejó de llorar y preguntó a Dios intrigado:

  • ¿Entonces mi hija no morirá y podrá abrir sus alas como las demás aves del paraíso que tu has creado?
  • “Así es”, respondió Dios con una hermosa sonrisa dibujada en su rostro. Y luego continuó:
  • “Tu hija dejará el cuerpo y las alas tan pequeñas que le han causado dolor para convertirse en un hermoso ángel, que te acompañará durante toda tu vida a ti, a tu esposa y a tu hijo. Sólo que ya no la podrán ver con los ojos del cuerpo sino con los del corazón.” 
  • No entiendo. Dijo el papá de Alondra asombrado. 
  • Los ángeles son seres espirituales a los que no podemos ver ni tocar, dijo Dios, pero los podemos sentir cuando cerramos los ojos del cuerpo y respiramos despacito. Entonces nos damos cuenta de que no estamos solos y que “Alguien” está muy cerquita de nosotros y nos cuida. Alondra no morirá sino que se convertirá en Ángel que te cuidará siempre a ti y a tu familia.”
  • ¿Y cuando y cómo sucederá eso? Preguntó el papá de Alondra.
  • Tú y tu familia se darán cuenta cuando eso suceda. Le respondió Dios con mucha tranquilidad.

Después de despedirse de Dios el papá de Alondra regresó a su hogar volando lo más rápido que pudo para llevar las buenas noticias a su familia. Cuando llegó al árbol donde tenían su nido, se encontró con la noticia de que Alondra había empeorado su estado de salud. Sus alitas se habían entumido y abría su pico a intervalos para respirar con mucha dificultad. Su esposa y su hijo la acompañaban sin saber qué hacer. Cuando Alondra vio completa a toda su familia sucedió algo extraordinario. De pronto se incorporó y en presencia de ellos cambió de aspecto; su cara comenzó a brillar como el sol y su cuerpo se puso resplandeciente como la luz. Sus pequeñas alas comenzaron a crecer cada vez más y más mientras entonaba un hermoso canto. La familia estaba extasiada ante tal espectáculo y lloraban de alegría. Súbitamente Alondra entonó un muy fuerte canto y desapareció en un repentino resplandor de luz que dejó como segada a su familia por unos instantes. Ya no estaba físicamente con ellos, sin embargo no se sentían tristes porque sentían su presencia que los protegía. Alondra se había convertido en su ángel. 

Loma Bonita, Nezahualcóyotl, Estado de México, 8 de Diciembre de 2022

El perfume roto


El perfume roto

El día de hoy salí a Oaxaca para predicar un retiro de Adviento en una Escuela de las Hermanas del Perpetuo Socorro, que tienen en Salina Cruz. Ya casi soy capellán de las hermanas que me invitan gracias a la Hna. Santa Morales, que yo conocí hace más de 30 años cuando ella era una niña catequista en Valle de Chalco. Ahora es religiosa y me invita a cuantos retiros pueden, a veces sí les puedo ayudar y otras no.

El aeropuerto más cercano es el de Huatulco, que aun así está como a 180 kms de Salina Cruz. Yo tenía derecho a subir dos maletitas pequeñas conmigo, porque era un vuelo económico, sin equipaje por documentar. Quise llevar mi perfume favorito “Eau Sauvage” de Christian Dior, que una amiga de Paris me regaló hace años y que todavía no me había acabado (después de haber vivido cerca de 12 años en Paris me gustan sus perfumes, sus quesos y sus vinos; como a ellos nuestro tequila, nuestros tacos y nuestra música). Bueno para no hacerles la historia tan larga, al pasar la revisión de mis maletas, la Señorita inspectora me dijo que abriera mi maleta y que mi perfume no pasaba porque era de 200 ml., yo le dije que tenía un poquito más de la mitad que no tenía los 200 ml. Pero ella me dijo que estaba escrito 200 ml y que no pasaba. Que tenía la opción de tirarlo allí en el bote de basura o de irlo a documentar pero tal vez me saldría caro. Le hablé a mi hermana por teléfono para saber su opinión y me dijo que lo dejara en uno de los lockers del aeropuerto. Fui corriendo y el señor me dijo que eran $200 por día, y como estaré fuera 5 días, le dije que se me hacía caro. El Sr. muy amablemente me dijo que fuera yo a una farmacia y que comprara botellitas que venden para transportar líquidos o perfumes. Fui pero ya se les habían acabado, sólo tenían envases para muestras de orina para laboratorio, y que con dos envases cabía bien mi perfume y acepté su brillante idea. El problema es que al estar tratando de llenar un envase me di cuenta de que tardaría mucho en llenarlo por el poco spray que soltaba el perfume cada vez que le apretaba. Me dije: de aquí a que lo llené, el avión ya hizo dos viajes de ida y vuelta a Huatulco. Así es que con unas llaves traté de romperle la base metálica pero estaba muy bien adherida, entonces lo comencé a golpear ligeramente sobe la pared parar ver si lograba zafarle la parte metálica y mi pobre perfumito no soportó tan mal trato y humillaciones y se partió en pedacitos. Quedé todo embarrado de perfume y ni siquiera logré poner 3 evaporizaciones en mi muestra de orina. Mi querido amigo el P. Fede, con quien trabajé acompañando a Chavos banda, de seguro me hubiera dicho ¡Que se siente ser pendejo!, y creo que tendría razón, dicho sea de paso me conocía bastante bien y no me hablaba al tanteo. Bueno ya quedaba poco tiempo para despegar y yo haciendo mis tonterías, me fui corriendo cuando ya estaban llamando para cerrar el embarque. Apenas logré ingresar de panzazo cuando me di cuenta de que había dejado en los lockers mi hermoso libro sobre comentarios a la obra de Juan Rulfo, que lo llevaba para ir leyendo en cualquier rato libre. Con sinceridad me dolió más haber perdido mi libro que el perfume. Dicho sea de paso estoy preparando mi próximo libro que será un análisis a la obra de Juan Rulfo (El llano en llamas, Pedro Paramo y el Gallo de oro). Ya tengo analizados los 17 cuentos de El llano en llamas y ahora trabajo Pedro Paramo. Rulfo no sólo es el más grande literato mexicano sino uno de los más grandes de América Latina. Dice Gabriel García Márquez que una vez lo fue a visitar su amigo el gran escritor Álvaro Mutis a su oficina. Le tiró un libro en su escritorio y le dijo – Mire léase esta vaina carajo para que aprenda a escribir. Era Pedro Paramo de Juan Rulfo. Dice García Márquez que quedó tan impresionado por la lectura, que durante mucho tiempo todo lo que leía se le hacía de menor calidad. Por lo tanto no sé si sea por mis lecturas de Rulfo, o tal vez por la filosofía, o tal vez porque de por sí soy pendejo (como afirmaba mi valedor El Fede), pero cada vez pierdo cosas con más facilidad, o me equivoco más, creo que habría que añadir también un cuarto elemento y es la edad. Por otra parte algo que me llamó mucho la atención es que cuando les pregunté a las hermanas que si en Salina Cruz había alguna librería para comprar un libro, y tener algo que leer durante mi breve estancia en Oaxaca, me dijeron que no había ninguna. No lo podía creer. Salina Cruz por lo poco que vi en la noche está llena de templos, de sedes de partidos políticos, es muy fuerte el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, por no decir todos los antros que hay, y ¿NO HAY ninguna sola librería para refrescar el alma? Esto es indignante y vergonzoso. Lamentablemente no es la primera vez que me sucede en varias ciudades de nuestro país, y los pueblos mucho peor. Esto habla de la barbarie y de la inhumanidad a la que se tiene sometida a la población. Una librería y una biblioteca (por lo menos) son las necesidades básicas que debe tener una comunidad que ya cuente con cierto numero de habitantes, pero en fin. Y esto ya no es culpa tan solo de nuestros gobiernos corruptos (del partido que sean), sino que ya es un problema de sociedad, de nosotros mismos.

Bueno he querido tomar como pretexto lo de mi perfume para decir solo una cosa. Hay que vivir con intensidad el DÍA DE HOY. No hay que dejar que nuestros perfumes se queden sin usar por caros que estos sean, que nuestra ropa se apolille por falta de uso, privarnos de comer algo rico para mantener la dieta. Es en vida hermanos, después es demasiado tarde. Hay que emborracharnos ahora, aunque sea de vez en cuando (siempre sin insultar a los demás y sin hacer escándalos). Y si no pregúntenle a los invitados que estuvieron en una boda que se celebró de Caná de Galilea hace cerca de 2000 años, cuando todos sin saberlo se encontraron con 600 litros de un vino exquisito para alegrar la fiesta. Hay que bailar (aunque no se sepa), hay que reír, hay que abrazarnos ahora y decirnos te quiero, perdóname, te extrañaba. 

Los perfumes van y vienen, los libros se pueden comprar, pero las personas tenemos fecha de caducidad y nos vamos el día menos pensado. Hoy da la casualidad que cumplo 31 años de sacerdocio (24 de Nov de 1991, Valle de Chalco – 24 de Noviembre de 2022, Salina Cruz, Oaxaca). Salina Cruz está como a 180 kms de Huatulco, sí está algo retirado, pero para acabarla de amolar hicimos como 3 horas y media de carretera porque me amiguita la Hna. Santa maneja a 60 kms x hora. Bueno hay que tener paciencia en todo. Cuando llegamos la madre superiora me habrá olido como iba yo apestando con mi perfume y muy sutilmente me dijo, que no era necesario haberme perfumado tanto para ir a visitarlas. Yo le dije que había tenido un pequeño percance con mi perfume para no entrar más en detalles, las tres hermanas que habían ido por mí ya conocían toda la historia, y solo se rieron un poco (creo que han de darle razón a mi amigo el P. Fede, de que soy algo pendejo).

Gracias amado Señor por tu bello mundo y por las personas que lo habitan, Gracias por siempre.

Salina Cruz, Oaxaca, 24 de Noviembre del 2022

PD. El retiro sólo es el viernes y las madres me han propuesto quedarme el fin de Semana en Huatulco para conocer y descansar un poco y les he tomado la palabra. Tal vez ellas me acompañen el sábado, mañana me confirman. 

Para David, que te suicidaste para encontrar la paz que tanto buscabas. 


David, no tuve el gusto de conocerte en vida y sin embargo fui el último que, al darte la bendición final, selló tu ataúd para siempre. Me tocó a mí celebrar tu misa y antes de iniciar me indicaron que te habías suicidado, ahorcándote en tu propia casa. Entonces pedí hablar con tus padres y fue tu papá y tu hermano quienes hablaron conmigo. Tu descansabas a un lado de nosotros. Brevemente me dijeron que tu mamá murió de cáncer hace como ocho años y que tú ya habías tenido un intento de suicido a los quince años, pero que en esa ocasión llamaste antes a tu familia y lo pudieron evitar. En esta ocasión ya lo habías decidido, por eso no hablaste con nadie, lo tenías que hacer y lo hiciste. 

Sabes David fue difícil decir algo en mi homilía, que no ofendiera, que no lastimara más a tus seres queridos. Tenía yo que hablar y lo hice, aunque en ocasiones es mejor el silencio. No sé por qué pero, como tu escuchaste, hable de tu nombre: David, mostrando ciertas semejanzas entre tu vida (de la que no sabía prácticamente nada) y la vida del rey David. Comenté que David es el rey más querido del pueblo judío y que él también tuvo una depresión profunda en la que buscaba la muerte. Recordé la gran hazaña que David hizo de adolescente matando al gigante Goliat, todo el amor que la gente le tuvo y finalmente su caída cuando se enamoró de una mujer casada llamada Betsabé. Él tan fuerte pero tan débil a la vez. Mandó a la guerra a Urías con tal de quedarse con su esposa Betsabé, ya que ella era casada, y lo logró. Urías murió en la guerra y David pudo quedarse con la viuda y con el hijo que ella llevaba de él en el vientre. Dios se molestó con David, cuando supo que había mandado quitar la vida de Urias, y decidió quitarle la vida al bebé que Betsabé llevaba dentro. David entró en depresión profunda, el bebé que esperaban murió y David estaba decidido a dejarse morir. Escribió el Salmo 50 en plena depresión existencial: “Misericordia Dios mío por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa. Mira que en la culpa nací, pecador me concibió mi madre. Borra mi culpa y quedaré más blanco que la nieve, purifícame, devuélveme la alegría…” David pudo superar esa crisis, pero al parecer tú –el otro David– no. 

Como ves David la vida es un misterio y hasta los más grandes santos y no santos han entrado en crisis y depresiones profundas: David, Job, Pedro, Judas, Pablo, etc. etc. Terminé la misa y antes de darte la bendición vi que tu papá estaba devastado, se había dejado caer en su silla porque no podía sostener tanto peso sobre sí. Vi tu foto antes de bendecir tu cuerpo con el ataúd abierto, antes de que lo cerraran. Te veías bien ¿Sabes? Se ve que fuiste un joven apuesto, tal vez no tanto como el David bíblico según cuentan, pero apuesto. En todo caso te maquillaron bien, aunque aún se veían las marcas que tu dolor y angustia dejarían en tu cuerpo. Te bendije, terminé la misa y cerraron tu ataúd, mientras la gente que tu conoces te aplaudía. Allí estaba tu novia, amigos y compañeros de trabajo.

Sabes David, algo que no dije en mi homilía pero que ahora te escribo para despedirme de ti es esto. El Cardenal Carlo María Martini, jesuita, en uno de sus libros escribe una entrevista que un reportero le hizo a Dios. El reportero le preguntó. “Señor mucha gente quiere saber si Enviaste al infierno a Judas por haberte negado y por haberse suicidado?” Dios no contestaba nada y se puso a llorar. Ante la insistencia del reportero Dios contestó: “Tengo temor de contestarles porque si les respondo, creo que mucha gente abusaría de mi bondad.”

Descansa en paz hermano David, que encuentres la paz que tanto buscaste en la tierra. 

Ciudad de México, 15 de Noviembre de 2022.

Sobre la iniciativa de un ministro de la SCJN, para suprimir los nacimientos en México.


Sobre la iniciativa de un ministro de la SCJN

Para suprimir los nacimientos en México

Recientemente nos hemos enterado de que el ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Juan Luis González Alcántara, presentará una iniciativa que busca prohibir la instalación de nacimientos o de cualquier otro tipo de adorno o signo alusivo a la religión en espacios públicos. Ya que dichos elementos violan la libertad religiosa, los principios constitucionales del Estado laico y el principio de igualdad y no discriminación.

Antes de presentar mi punto de vista sobre los nacimientos en las vías públicas yo me pregunto. ¿Para el Sr. González Alcántara –que debe representarnos en la impartición de justicia en nuestro país– la preocupación principal que tenemos los mexicanos por ahora es la de los nacimientos en la vía pública? ¿No tenemos en México preocupaciones mayores que no se han resuelto todavía como son la violencia, delincuencia, corrupción, feminicidios, bajo nivel cultural y de salud, etc. etc. etc.? ¿Para eso le estamos pagando? ¿Es la más brillante iniciativa que nos puede proponer este magistrado?

Paso ahora analizar el tema de los nacimientos y de otros símbolos religiosos en la esfera pública. Para iniciar los límites de expresión de la fe (de la religión que sea) es imposible mantenerlos encerrados en la esfera de la vida privada, porque por la vivencia misma de la fe se pide manifestarlos públicamente. Y esto en todas la religiones. ¿Qué sería de cualquier cultura sin las manifestaciones públicas de su fe (judíos, cristianos, musulmanes, etc.)? Para comenzar tendríamos que eliminar las “ofrendas mexicanas” a nuestros difuntos porque en su esencia son manifestaciones religiosas de origen prehispánico. Las ofrendas a nuestros difuntos (que se hagan en Teotihuacán, en bibliotecas o en los pasillos del metro), al igual que las danzas aztecas, de chínelos, de parachicos, etc., no son solamente expresiones culturales, sino que son manifestaciones religiosas que tienen como finalidad expresar públicamente la fe de quienes las practican. ¿Entenderá esto el Sr. González Alcántara? 

Soy sacerdote católico y no defiendo solamente las expresiones públicas de mi propia religión, sino de cualquier otra creencia que busque manifestar públicamente su fe en la trascendencia divina, que algunos llamamos Dios. Aunque el Sr. Ministro González Alcántara no leerá esta reflexión, le recomendaría mucho que leyera las obras de uno de los más grandes estudiosos de las religiones que es Mircea Eliade, en particular su libro Lo Sagrado y lo profano (1957). En sus estudios Eliade (al igual que otros estudiosos como Rudolf Otto) define al ser humano como un homo religiosus, (hombre religioso), es decir que no podemos escapar de nuestra relación o religación (religión) con la trascendencia. Los que lo aceptamos sabemos que hay espacios religiosos (templos, montañas, objetos, etc.) y tiempos religiosos (Yom Kipur, Pascua, Ramadán, etc.). Quienes no lo aceptan “sacralizan” espacios y tiempos “paganos” para buscar vivir “a su manera” su religación con Algo/Alguien más grande que nos llama. Considero que el principal “dios” al que ahora se le da culto en la vía pública y ante el cual mucha gente se arrodilla, no es un NIÑO POBRE nacido en Belén sino el dios DINERO. 

Ahora en nuestros días lo que debe ofendernos a los mexicanos no es la representación de un NIÑO POBRE, nacido a las afueras de la ciudad y rodeado de unos cuantos pastores que van a servirle y rodearlo de amor. Sino la idolatría y culto que se hace a SANTA CLAUS, en la esfera privada y pública. No ahondaré en esta breve reflexión sobre la supresión que se vive cada día más en el mundo, del sentido verdadero de la Navidad, que ha cambiado el nacimiento de Cristo por la fiesta pagana del consumismo cuyo prototipo es Santa Claus y grandes empresas como Coca-Cola, etc. ¿Esto el Sr. Gonzáles Alcántara no lo ve o quiere distraernos de los verdaderos problemas que nos aquejan?

Para terminar quiero recordar que el inventor del nacimiento fue San Francisco de Asís (patrono de Europa y de la ecología), que en el siglo XIII quiso reconstruir a la Iglesia y a la sociedad tan deshumanizada e injusta que le tocó vivir en la Edad media, representando por medio de personajes el nacimiento de Cristo. Una mirada a ese nacimiento tan inhumano e injusto, para poder evitar que ese tipo de nacimientos se sigan repitiendo en el mundo. ¿Esto un ministro de justicia no es capaz de ver, de sentir, de vibrar?

Seguramente el Sr. Ministro habrá visto la grandeza de nacimientos que se siguen colocando en la mayor parte de países de inspiración cristiana. Dicho sea de paso y una vez encarrerado el ministro, que también proponga que se eliminen los conciertos de música barroca, que se retiren las pinturas religiosas de los museos, que se ponga fin a las peregrinaciones, que se destruyan las ermitas que las personas construyen frente a sus hogares, porque todo eso es expresión de la religiosidad popular. 

Loma Bonita, Nezahualcóyotl, 8 de Noviembre de 2022.

Sobre la muerte de la Reina Isabel II y sobre nuevos monarcas.


Sobre la muerte de la Reina Isabel II y sobre nuevos monarcas.

El jueves 8 de Septiembre el mundo entero fue informado sobre el deceso de la reina de Inglaterra Isabel II (1926-2022). Una noticia omnipresente de la cual uno no podía escapar: TV, radio, internet, memes, etc. ¿Qué pensar al respecto? Algo que me llamó mucho la atención fue que la mayor parte de noticias giraban en torno a banalidades: elegancia, ropa, estilo, protocolo, comida, etc. Un estilo de vida al que la mayor parte de los seres humanos no estamos acostumbrados, por no ser de “sangre azul”.

A mí, en lo personal, se me hace ridícula esta idea de monarquía en pleno siglo XXI, y es sobre lo que quiero reflexionar. Entiendo bien que desde los orígenes de la humanidad, se han buscado formas de gobierno y que por lo general se han apoyado, de una o de otra manera, en diversas formas de monarquía (dar todo el poder absoluto a una sola persona): faraones, césares, sultanes, emperadores, reyes, etc. No iré a la raíz del común denominador de todas estas estas formas de gobierno, que no sólo tienen que ver con lo político sino también con lo psicoanalítico: una cierta búsqueda protectora del padre y de la madre. 

Sin embargo lo que se me hace extraño es que en nuestros días, esta figura del “rey” y de la “reina” omnipotentes, no ha desaparecido por completo y se disfraza en otros tipos de “monarquías”. Y así tenemos al “rey del pop”, a “reinas de belleza”, “rey de los corridos”, “rey del futbol”, etc., etc., etc. Tantas modalidades de rendirle pleitesía y sumisión a alguien por diferentes motivos: estéticos, deportivos, religiosos, políticos, etc. Podemos decir que existe una nueva forma de “sacralidad” que no tiene nada que ver con lo sagrado, sino con la “idolatría” a ciertos seres humanos que no les ayuda ni a ellos ni a nosotros mismos para construir un mundo más justo y fraterno. Una cosa es el respeto que se debe a TODO ser humano, por el simple hecho de ser humano, y otra cosa es la idolatría, que los considera prácticamente semi-dioses. Hay personas que, aún siendo ateas, o de cualquier confesión religiosa, “idolatran” a políticos, cantantes, jugadores, etc. Y cuando no son personas sino objetos los que se “sacralizan”, entonces estamos hablando de “fetiches”: teléfonos celulares, autos, ropa, etc. 

El historiador de religiones Mircea Eliade, define al hombre como un “homo religiosus” (hombre religioso)es decir que de alguna o de otra manera siempre el ser humano buscará conectarse o re-ligarse (=religión) con la divinidad. Y cuando no se tiene una experiencia realmente sagrada, es decir fuera de lo ordinario y de la cotidianidad (trascendente), entonces se corre el riesgo de confundir a las personas e incluso a las cosas con la divinidad. 

Jesucristo enseñó a sus discípulos el valor de la humildad para poder seguirlo y amar mejor a nuestros hermanos. Antes de ordenar sacerdotes a sus discípulos, y concederles un gran poder espiritual, se puso a lavarles los pies uno por uno, para que entendieran que en eso consiste el verdadero servicio a los demás: “Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien porque lo soy. Pues si yo que soy su Maestro les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. (…). En verdad les digo que el siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que lo envío.” (Juan 13, 13-14.16). Con el cristianismo se viene abolir todo poder o privilegio humano que quiera tomar al otro/a como vasallo o esclavo bajo cualquier pretexto, ya sea político, económico, racial, etc., o incluso religioso. Dice San Pablo: “Entre ustedes ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni varón ni mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús.” (Gálatas 3, 28).

He iniciado esta reflexión recordando la reciente muerte de la reina Isabel II de Inglaterra porque es un caso paradigmático de la idolatría que se le puede conceder a ciertos seres humanos, y que no les ayuda ni a ellos ni a nosotros a vivir en un mundo más fraternos y solidario. Hay personas que idolatran a políticos, cantantes, futbolistas, etc., y que les hacen perder a esas personas los pies sobre la tierra y considerarse semi-dioses por su orgullo. La crítica que hago al fanatismo de muchos también es válida en el ámbito religioso. ¿Cuántos lideres de sectas han abusado de sus propios seguidores por considerarlos semi-dioses? La religión católica no está exenta de esta tentación. Es tal vez por eso que en la Edad media el señor nos envió a San Francisco de Asís, para reparar su Iglesia. Los sacerdotes no somos sino servidores del Señor y los obispos no son príncipes, sino pastores de su pueblo. Besar las manos a un sacerdote es un gesto de respeto que solamente es válido cuando el sacerdote también se inclina para servir y besar las manos a sus hermanos. 

El día en que murió la reina Isabel II recordamos el nacimiento de otra Reina, la Virgen María. Una verdadera Reina en toda la extensión de la palabra. Una mujer –mujerón– que puso su vida entera para servir a Dios y a sus hermanos. “Yo soy la esclava del Señor, que se haga en mí según su palabra”.  (Lucas 1, 38). Las personas que han pasado a la Historia de la grandeza humana, no lo han hecho por sus riquezas, belleza, títulos o sabiduría humana, sino porque han venido a servir incluso hasta el martirio, pienso en Sócrates, Juan el Bautista, Bartolomé de las Casas, Luther King, Gandhi, Nelson Mandela, Teresa de Calcuta, Oscar Arnulfo Romero, etc., por citar solo algunos ejemplos. 

Ojalá construyamos un mundo más fraterno y solidario, es decir con menos idolatría y fetichismo. 

Loma Bonita, Nezahualcóyotl, 11 de septiembre de 2022

(Aniversario de la caída de las torres gemelas)

Creemos en un “extraño Dios” que muere en la cruz, por amor a los hombres


En este Viernes Santo 2022 comentaré el pequeño y extraordinario texto de San Pablo que dice: “Los judíos esperan grandes milagros y los griegos buscan un saber superior. Mientras tanto, nosotros predicamos un Cristo crucificado. Los judíos dicen: “¡Qué vergüenza!” Y los griegos: “¡Qué locura!” (1ª Cor. 1, 22-23).


En la historia de la humanidad los seres humanos han imaginado a sus dioses como si fueran todopoderosos, fuertes, inmutables al dolor e inmortales. Un dios no puede sufrir y menos aún morir, por eso es dios, por eso es diferente de sus creaturas. Como dice el filósofo alemán Ludwig Feuerbach en su libro, La esencia del cristianismo (1841), los hombres han tratado de plasmar lo mejor de ellos mismos en un dios que tenga todas las virtudes que a ellos les hacen falta. Para el filósofo Feuerbach: “El hombre busca su esencia fuera de sí, antes de encontrarla en sí mismo. (…). La religión es la esencia infantil de la humanidad”[1] Esta misma idea de que Dios es adversario del hombre, porque le impide madurar, crecer, y lo conserva en un estado infantil y de dependencia, fue retomada entre otros por el padre del psicoanálisis Sigmund Freud, que en su última obra: Moisés y la religión monoteísta (1939), dice que la religión sólo se puede dar en los niños o en los neuróticos: “En los niños y en los adultos neuróticos, lo mismo que en los pueblos primitivos, se encuentra el fenómeno mental que hemos denominado creencia en la “omnipotencia del pensamiento.”[2]

Tanto para Feuerbach como para Freud, al igual que en nuestros días para el universo de Marvel, dios, los dioses o los súper-héroes, no pueden ni deben sufrir, y mucho menos morir, porque para eso son dioses o héroes. Superman, Batman etc., son fuertes, guapos e inmortales, y por eso se diferencian de nosotros que somos sensibles al dolor, que lloramos y finalmente morimos.  

Incluso entre los griegos y los judíos, que están a la base y son la cuna del pensamiento occidental, los dioses griegos y el Dios de Abraham son inmortales. Por lo tanto con la muerte de Jesucristo en la cruz –hombre y Dios a la vez–, se realiza un parteaguas en la concepción de nuestros esquemas mentales con respecto a Dios. Los cristianos creemos en un Dios que por amor a los hombres se deja golpear, humillar, insultar, agoniza y finalmente muere en la cruz. Nosotros como cristianos creemos en un “extraño Dios”, que por amor a los hombres muere en la cruz. 

Los griegos con su poderosa sabiduría, nos dejaron la idea de dioses alejados de los mortales y que viven en el Olimpo, llenos de las virtudes que a los humanos nos faltan. La muerte es fragilidad y contingencia, algo que no pueden experimentar los dioses griegos. 

Por su parte los judíos nos han heredado la grandiosa idea de que hay Un solo Dios, y que a Él no accedemos por medio de la razón (como los griegos) sino por medio de la fe. Al Logos griego que busca “ver y conocer” a Dios mediante la sabiduría humana, se contrapone el Shema hebreo que busca “escuchar para obedecer” a Dios mediante la fe del creyente. Para nuestros hermanos judíos, Dios es trascendencia absoluta, es Santo (“Kadosh” es decir separado) del común de los mortales. En el judaísmo no podemos ni siquiera pronunciar o escribir el nombre de Dios, por respeto a su grandeza. Por lo tanto, cuando un simple ser humano, nacido en un pobre pesebre, que no sólo se deja TOCAR sino también COMER por sus seguidores, asegura que él es Hijo de Dios, y que quien lo ve a Él ve también al Padre, es tomado como un blasfemo. Los inteligentes filósofos griegos al escuchar que el Dios de los cristianos muere en la cruz, dicen: “eso es una locura”; y los devotos judíos se rasgan las vestiduras y afirman: “que vergüenza”.

Los cristianos, con la muerte de Jesucristo en la cruz, participamos a una doble ruptura de nuestros esquemas mentales y religiosos. Porque el Dios en que creemos sobrepasa tanto nuestra sabiduría como nuestros esquemas religiosos. Se trata de un Dios “humano, demasiado humano”. Con la muerte de Dios en la Cruz participamos a lo que San Pablo llama: “kénosis divina”, el “vaciamiento o anonadamiento” de Dios mismo: “Él que era de condición divina, no se aferró celoso a su igualdad con Dios sino que se rebajó a sí mismo hasta ya no ser nada, tomando la condición de esclavo, y llegó a ser semejante a los hombres.” (Fil. 2, 7).

La muerte de Cristo en la cruz es un preludio a nuestra propia muerte. Lo importante no es morir o no morir, porque todos vamos a realizar ese paso, sino el SENTIDO que daremos a nuestra propia muerte. Solo tiene derecho a vivir aquel que ha vivido plenamente. Una de las últimas frases de Cristo en la cruz es: “Todo está consumado”, es decir he hecho lo que tenía que hacer. Suspendido entre el cielo y la tierra y con los brazos abiertos extendidos totalmente. Este es el Dios que muere en la cruz. Un hombre-Dios libre y soberano. 

Nietzsche entendió muy bien, más que muchos cristianos, lo que significa la muerte de Dios como nihilismo (aforismo 125 de La gaya ciencia), es decir como vacío existencial.  No podemos celebrar la resurrección de Cristo –Pascua– sin antes haber pasado por la muerte, que es la máxima expresión de libertad y de abandono a nuestro Dios. 

Loma Bonita, Nezahualcóyotl, Estado de México, Sábado Santo del 2022


[1] Ludwig FEUERBACH, La esencia del cristianismo, Ed. Trotta, España, p. 65. 

[2] Sigmund FREUD, Moises y la religión monoteísta, Ed. Posada, Buenos Aires, 2004, p.130.

Homilía por mi 30 aniversario sacerdotal


“¡Heme aquí! ¡Envíame a mí!”

Homilía por mi 30 aniversario sacerdotal[1]

Mi nombre es Francisco Xavier y hoy cumplo 30 años de sacerdocio. Soy hijo de Benjamín, que falleció el año pasado; y de Micaela, una ancianita muy linda presente en esta misa.

Mi padres son de Acatzingo, Puebla, aunque yo nací en Tuxtla Gutiérrez Chiapas y a los 3 años, los tres emigramos a la periferia de la Ciudad de México, a la Col. Vista Hermosa, Municipio de Tlalnepantla, Estado de México.

De mi infancia no hay mucho que remarcar, ya que fue una infancia parecida a la de muchos niños en nuestro país. Una familia muy pobre que luchaba día a día por ir sobreviviendo en la ciudad de México. Poco después, la familia creció con la llegada de mis tres hermanos. Benjamín, Guadalupe y Jesús.


Mis padres tuvieron una personalidad muy fuerte que influyó mucho en lo que ahora soy. Benjamín, un buen carpintero que se preocupó mucho por darles educación a sus hijos. Le gustaba jugar con nosotros y divertirnos, aunque también le gustaba el alcohol, de preferencia el tequila, aunque yo prefiero más el vino tino. Y Micaela, una mujer muy recta, temerosa y amorosa de Dios. Fue ella quien eligió mi nombre: Francisco, en honor de su Santo predilecto: Francisco de Asís, un hombre libre que encontró a Dios en la pobreza y en la hermana naturaleza. Y mi segundo nombre: Xavier, fue por gusto de mi madrina de bautizo, Alicia, aquí presente, en honor del sacerdote jesuita, patrón de los misioneros.

La fuerte personalidad de mis padres y mis primeros años de vida influyeron mucho en lo que ahora soy. Mi padre quería tener un hijo que no fuera pobre como él y me inculcó mucho el deseo de estudiar, prácticamente como única posibilidad para salir de la pobreza: “¡Colegio, colegio y más colegio!” Es la frase que nos repetía sobre todo cuando llegaba con unas copas de más. También le gustaba llevarme a trabajar con él, los sábados que yo no iba a la escuela, para ver cómo vivían los ricos. ¡Y vaya que vivían bien! De chico pensé en estudiar medicina para curar personas, y tal vez hubiera sido un buen cirujano, eso nunca lo sabré. Lo qué si sé es que ahora puedo y debo ser un buen sacerdote. O también pensé en estudiar arquitectura, me gusta el arte y las formas, y tal vez hubiera sido un buen arquitecto, eso nunca lo sabré. Lo que sí sé es que ahora trato de ser un buen sacerdote. Mi padre, además de inculcarme el deseo de sobresalir mediante los estudios, también me contagió su buen humor y su libertad interior. No sé si mis chistes sean buenos porque nadie se ríe cuando los digo, pero en cambio mis alumnos se ríen cuando estoy hablando en serio. Esto me indica que algo se quedó en mí de mi padre y posteriormente de Woody Allen. Y al igual que su sentido del humor creo que también está presente en mí su gran libertad interior. Mi padre fue un hombre libre tanto de personas como de bienes materiales. Mi padre caía bien o caía mal, pero siempre fue un hombre sincero que no buscó halagos, ni hizo “la barba” a nadie para obtener favores. Y con respecto a las cosas materiales fue hombre desprendido, que sabía que las cosas materiales son tan solo medios para ser felices y para hacer felices a los demás. Él nunca estuvo encadenado al dinero. 

Y con respecto a mi madre, aquí presente, ¿qué puedo decir? Ella me inspiró el amor a Dios por encima de todas las cosas. Me consagró a Dios desde niño a tal punto que durante muchos años me pregunté si realmente había yo entrado al seminario por vocación propia, o fue por cumplir la vocación de mi madre. Afortunadamente leyendo Las Confesiones de San Agustín me di cuenta de que yo no era el único que había pasado por esa situación y esto me tranquilizó un poco. Después Freud, y sus análisis del complejo de Edipo, vino a aportaron algo de luz a mis dudas vocacionales. Ahora ya con 30 años de sacerdocio, pienso que cuando me muera el Señor, en su inmensa bondad, me dirá: “Tu pudiste haber sido un buen médico o un buen arquitecto, pero elegiste ser sacerdote. Pásale, pero no por bueno sino por despistado. A pesar de todo le echaste ganas”.

Elegí ser sacerdote porque no me pude resistir a la seducción de Dios, tal como yo lo concibo. Y Dios para mí tiene que ver con buscar un mundo más justo, humano y fraterno, aquí y ahora. Yo siempre me he opuesto a desligar a Dios del mundo. O encontramos a Dios en el rostro de cualquier ser humano, como dice Emmanuel Levinas, o no lo encontraremos en ninguna parte. El Reino de Dios tiene que ver con la transformación de este mundo y no de otro. Tiene que ver con salarios justos, cuidado del medio ambiente, educación, deporte, cultura, diversión, etc. 

Ya para terminar, para no hacer esta homilía tan larga, y para que puedan despertar los que ya están bostezando. Agradezco a Dios por lo siguiente.

Gracias amado Señor por los estudios que me has regalado. Una licenciatura en Teología y dos doctorados en Filosofía en universidades de gran renombre (como el Instituto Católico de Paris y La Sorbona) sólo ha sido posible gracias a tu intervención.

Gracias por los aproximadamente 15 libros que he publicado. Algunos de teología, filosofía o literatura. En todo lo que he escrito y en todas las conferencias que he impartido, en algún lugar del mundo, he hecho alusión a Ti y a tú proyecto de vida, aún sin haber pronunciado tu nombre.

Gracias por permitirme estar en los peldaños más elevados de la investigación científica. En realidad no es porque yo sea inteligente, sino únicamente porque te has dignado inspirarme en esos momentos con la Sabiduría que sólo procede de ti. Soy miembro del Sistema Nacional de Investigadores en México (SIN); Vocal de la Asociación Filosófica de México (AFM) por dos periodos, y fui presidente Internacional de una Asociación de estudios sobre la religión con sede en Suiza (AIEMPR). Mi padre tenía razón cuando me programó para estudiar, pero los estudios no valen para nada si no es para ponerlos al servicio de los demás.

Gracias amado Señor por haberme permitido formar a muchos jóvenes impartiendo clases en seminarios y en algunas de las universidades más prestigiosas del país como son: Universidad Pontifica de México, Universidad Lumen Gentium, Universidad Intercontinental, Universidad Anáhuac, Universidad Iberoamericana, Instituto Tecnológico de Monterrey y en el Posgrado de Estudios Latinoamericanos de la UNAM. También en la Universidad Hebraica de México (colaborando en la formación de judíos); y en la Comunidad Teológica de México (apoyando en la formación de pastores y pastoras protestantes). Ha sido una gran satisfacción despertar el hambre y sed de justicia en tantos jóvenes y adultos a quienes he impartido clases en todos estos años.

Gracias amado Señor por el trabajo pastoral que he realizado en todos estos años. Por cuestiones de mis actividades académicas no lo he hecho a tiempo completo, a excepción de mis primeros cinco años de ministerio sacerdotal que trabajé en el Valle de Chalco acompañando principalmente a “Chavos banda”; después he trabando en Paris acompañando a jóvenes de “l’aumônerie”;  al igual que a niños con Síndrome de Down; capellán por cinco años en la Catedral de Notre Dame de Paris; varios veranos acompañando a la comunidad hispana de Brooklyn, Nueva York; algunas semanas santas en El Petén, Guatemala, con indígenas mayas; o en el albergue para indocumentados de mi amigo el P. Alejandro Solalinde en Ixtepec, Oaxaca. Actualmente colaboro como vicario en la parroquia Nuestra Señora de la Nieves, Nezahualcóyotl, Estado de México, y agradezco a varias personas de la parroquia su presencia el día de hoy en esta misa.

Gracias amado Señor por los lazos de amistad que he ido tejiendo en todos estos años y en diversos lugares del mundo. El zorro tenía mucha razón cuando le decía a su amigo el Principito que “sólo con el corazón se puede ver bien porque lo esencial es invisible para los ojos”; y Aristóteles por su parte cuando le escribía a su hijo Nicómaco que los verdaderos amigos son muy pocos, y que una vida sin amigos no es digna de ser vivida. No los mencionaré a todos, pero por una cuestión de justicia y de corazón, agradezco al Señor haber puesto en mi camino hace ya muchos años a mi amiga Mónica. Gracias Mónica por haberme enseñado que llegamos al mundo desnudos e incompletos (como Adán antes de la aparición de Eva), y que es sólo dando y recibiendo una costilla del otro, que podemos constituirnos y ser lo que estamos llamados a Ser. 

Por último gracias amado Señor por permitirme estar vivo, por respirar, amar y sentirme despierto, a pesar de haber estado por dos ocasiones a punto de formarme en la fila del juicio para rendirte cuentas. La primera fue tres años después de mi ordenación sacerdotal, cuando tuve un accidente la noche de Pascua (1994), y choqué contra un microbusero que iba conduciendo en estado de ebriedad. En esa ocasión falleció el seminarista Edgar, que viajaba conmigo y que estudiaba teología. La segunda ocasión fue el año pasado (2020), en que estuve muy enfermo de covid y logré resucitar, pero no así mi padre que falleció de la misma enfermedad y en mis brazos, mientras nuestro cenzontle cantaba. Esos dos momentos me han enseñado que estamos aquí solo de paso, como dice el poeta Nezahualcóyotl: “Sólo un poco aquí, aunque sea de oro se rompe, aunque sean plumas de quetzal se rasgan, sólo un poco aquí”. En realidad no tenemos derecho a morir mientras no hayamos vivido intensamente nuestro breve paso por tu hermoso mundo. 

Parece ser que solamente he hecho una lista de las cosas positivas que he realizado, también he cometido errores, faltas, omisiones. Pido perdón a Dios por mis debilidades y a ustedes aquí presentes (y a los ausentes) también. Por otra parte, si he dado la impresión de haber “presumido” en algo, pido disculpas. Si he hecho un breve resumen de mi vida, después de treinta años de sacerdocio, ha sido únicamente con el afán de dar gracias a Dios por lo bueno que ha sido conmigo. Porque sin Él, nada hubiera logrado yo solo. Como dice San Pablo: “¿Por qué sentirse orgullo de uno y despreciar al otro? ¿Qué tienes que no hayas recibido?” (1ª Cor. 4, 7).

Te agradezco amado Señor por el placer del correr, que experimento en las competencias de los maratones en que he participado; por el placer del vino, tomado con los amigos; y por el placer de vivir, respirar, y poder seguirte sirviendo. En esta misa de mis treinta años de sacerdocio te vuelvo a decir como el profeta: “Señor [si en algo te puedo servir], ¡heme aquí, envíame a mí!”

Acatzingo, Puebla, 27 de noviembre de 2021


[1] Celebración en Acatzingo, Puebla, el 27 de noviembre de 2021. Lecturas: Is. 6, 8-9; Heb. 5, 1-6; Mt. 5, 1-12 Las bienaventuranzas.